Por Javier Guillén, Responsable de Comunicación del Colegio de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana.

Recientemente y con el objetivo de capacitar a empresas y profesionales en las aplicaciones empresariales que la digitalización traerá al tejido industrial de la Comunitat Valenciana, el Colegio ha concluido un ciclo sobre la Industria 4.0, alineado con los diferentes sectores empresariales para los que ya resulta útil y que, de una manera u otra, transformará.

Son muchos los enfoques existentes para abordar un fenómeno que llegará y modificará la forma de trabajar, con la introducción de nuevas variables como la robótica e inteligencia artificial, y su impacto en factores clave en las sociedades, como el empleo. Si el futuro pasa porque el ordenador o la máquina asuman muchas de las funciones del empleado, ¿significa que la máquina terminará haciendo el trabajo de la persona? ¿Conlleva esta afirmación un escenario de destrucción de empleo?

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En principio, la respuesta es NO, pues es cierto que se perderán miles de puestos de trabajo rutinarios, tareas que se automatizarán, tal y como ha sucedido en otras revoluciones industriales, pero también se generarán miles de nuevos empleos más especializados, en los que se transformarán aquellos que desaparezcan, dando paso a nuevas profesiones. Sin embargo, el concepto de Renta Básica Universal no sólo está presente, sino que lo está en los foros económicos mundiales más destacados, como el último Foro de Davos, en el que por segundo año consecutivo, las élites económicas han debatido sobre la necesidad de implantarla.

Tecnologias

Existen previsiones: se cree que para 2020 se habrán destruido cinco millones de puestos de trabajo en el mundo, sustituidos por máquinas. De ahí las inquietudes de DAVOS: frenar el descontento social generado por la digitalización y sus efectos, tratándose de un caldo de cultivo peligroso y explosivo. Tras el apoyo de Elon Musk a esta medida, el último en sumarse a este debate ha sido Bill Gates, manifestando que si un robot reemplaza el trabajo de un humano, este robot debe pagar impuestos como un humano, las mismas obligaciones fiscales, lo que nos devuelve al concepto de renta básica.

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Por su parte, en EE.UU. ha sido el lobby de Silicon Valley el primero en analizar esta opción de forma más académica, con un grupo de trabajo propio que estudia el efecto en un determinado grupo de población. Las críticas a este modelo también son muchas y señalan los intereses que hay detrás: muchos de los defensores de la renta básica la ven como un sustitutivo de la mayoría de prestaciones y servicios del Estado, mientras que otros la conciben como una especie de “dividendo social”.

Evidentemente, a día de hoy esto sigue siendo una fantasía, pero ya se ha activado el debate sobre qué alternativas y respuestas sociales conlleva este fenómeno y conviene comenzar a analizar su potencial de aplicabilidad, teniendo en cuenta las previsiones que personas y organizaciones manejan, según las cuales en 2045 las personas ya estaremos obsoletas frente a las máquinas.