Por Jose Mainez, Colegiado 270815

Si la internacionalización de la actividad profesional y/o empresarial se ha presentado como una firme y clara alternativa (mejor el reto que la huida) a tiempos de turbulencia económica y social en el panorama nacional, tras un empeño personal continuado durante los últimos siete años puedo añadir que no es el proceso de internacionalización tabla de salvación, embarcación, o navío que degusta mares calmados. En ocasiones demasiado extensos, amplios y solitarios para el emprendedor; otras transformados en torrentes salvajes incontrolados que requieren de confianza, respeto y actitud pro-activa en dosis elevadas.

Si en algún término el vivir consistiese en no dejar de aprender, el proceso de internacionalización garantiza un aprendizaje continuo, experiencias no siempre gratificantes, y melodías sin partitura, con tempo entre lo inmediato y los plazos inmensos.

En el devenir de la empresa, las abreviaturas, los acrónimos, el no saber y no conocer, ceden el paso en cada encrucijada diaria al atajo, el apaño, la imprecisión, la indecisión y la reflexión. Entre cruces, atajos y grandes vías, compartes, encuentras, despistas y reencuentras a compañeros de viaje de aquí y de allí. De Acá y de Allá.

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Resultando, en efecto, una de las alternativas para un desarrollo y crecimiento orgánico de la actividad propia el acceso y participación en licitaciones de organismos internacionales y multilaterales (omito enumerar el extenso listado de siglas). Y resultando en primera aproximación a las mismas una densa trama de posibilidades y terminología burocrática y administrativa que tan sólo circunstancialmente parece referirse a tu actividad o proyecto objeto de interés. Tuve la oportunidad, el pasado mes de julio, mientras me dirigía al ente gestor de los Ferrocarriles Moldavos (“Calea Ferata di Moldova”) con el propósito de participar en un proceso de “Mejora de la eficiencia y seguridad de los servicios ferroviarios y aumentar la efectividad de sus operaciones” mediante el desarrollo de capacidad organizativa en gestión de la eficiencia energética, de revisar el reglamento de compras de la entidad financiadora (en este caso el Banco Europeo para Reconstrucción y DesarrolloBERD), del cual me permito extraer unas breves definiciones (a incluir en la lista de DO NOT´s) que pueden resultar de interés para tus próximas acciones:

  1. Práctica Coercitiva: significa perjudicar o dañar, o amenazar para perjudicar o dañar, directa o indirectamente, a una parte, o a la propiedad de una de las partes, para influenciar inadecuadamente las acciones de una de las partes.
  2. Práctica Colusoria: (de coludir – pactar un daño a tercero) significa el acuerdo entre dos o más partes con el propósito de lograr un fin inadecuado, incluido el influir inadecuadamente las acciones de un tercero.
  3. Práctica Corrupta: significa el ofrecer, dar, percibir o solicitar, directa o indirectamente, algo de cualquier valor con el propósito de influenciar inadecuadamente las acciones de otra parte.
  4. Práctica Fraudulenta: significa cualquier acto u omisión, incluyendo la representación no reconocida, que a sabiendas o temerariamente induce a engaño, o intenta inducir el engaño, para que una de las partes obtenga un beneficio financiero o de otro tipo, o evitar el cumplimiento de una obligación.