Por Javier Padrós, Director de Estrategia y Control de Operaciones, en Grupo Royo

Parece evidente que saber cómo va a ser la Logística del Futuro, es como mínimo aventurado, pero esto es lo que ha tratado de anticipar la Industria 4.0.

Esta iniciativa surgió del gobierno alemán en 2011 y, según Gartner, consiste en la conexión digital entre los elementos industriales (y por ende logísticos), el negocio, las personas y los procesos internos y externos. No se trata de automatización electrónica (ya hemos superado esta fase, o deberíamos haberla superado), sino de una automatización-digitalización global, partiendo de las Tecnologías de la Información y de la Robótica.

Una de las bases es el IoT (Internet of Things), que facilita la interconexión digital de elementos físicos entre si, utilizando la “nube” y alimentando los “big data”, que serán la fuente de datos que se convertirán en decisiones (manuales o automáticas), partiendo de algoritmos informáticos.

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El reto será poder disponer digitalmente de toda la información necesaria, en tiempo real, y transformar algoritmos humanos en algoritmos digitales cada vez más sofisticados; se pretende reducir costes, tiempos y errores. Además, se quiere potenciar que las empresas compartan recursos: la nube, almacenes, instalaciones y maquinaria, con el fin de abaratar y democratizar las soluciones desarrolladas y que la Logística 4.0 pueda estar al alcance de todos los eslabones de la Cadena de Suministro.

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Pongamos por ejemplo un escenario en el que todo el flujo, desde la necesidad del cliente hasta la preparación de pedidos del almacén del proveedor, es completamente automático.

La información on-line de los puntos de venta de nuestros clientes está en la nube. Nuestra disponibilidad de stocks actual y futura (en función de la previsión de entrada de material comprado o fabricado) también lo está.

Una aplicación, teniendo en cuenta toda la información, del cliente, del fabricante y del transportista, genera los pedidos de compra de forma automática, establece las citas de carga entre el fabricante y el transportista, así como la información del reparto a los puntos de venta. Con la información de los pedidos, unos AGV en el almacén (Automated Guided Vehicles) llevan los pallets monoreferencia (para simplificar el ejemplo) a unas filmadoras y etiquetadoras y ubican la mercancía en el muelle de carga establecido, unos minutos antes de la llegada del camión. El camión ya habrá recibido la información del muelle de descarga. Cuando el camión llegue a su muelle, enviará una señal automática para que los AGV procedan a cargar el camión. Una vez cargado, se emite una señal, para albaranear y para empezar el tracking de la mercancía. Con el GPS del camión, se puede saber en todo momento, dónde está exactamente cada uno de los bultos cargados en el camión.

Esto es solamente un ejemplo sencillo de un posible escenario en el que todo el proceso es automático y sin intervención humana.

Los cambios se están produciendo a velocidad de vértigo y, por tanto, si no nos vamos preparando, puede ser que lleguemos demasiado tarde.