Por Isolina Espinosa, periodista en COIICV.

Cuando todos pensábamos que el mundo de las redes sociales, el archiconocido 2.0, se había convertido en un espacio en el que la inmediatez de la información cobraba una nueva dimensión y en el que la posibilidad de intercambiar opiniones, ideas o experiencias adquiría una proporción infinita, nos desayunamos con que quizá sea necesario matizar algún que otro aspecto. Esto se debe a que ha quedado demostrado que antes de verter una información u opinión discordante con la mayoritariamente aceptada nos lo pensamos dos y tres veces, e incluso, a veces, decidimos no publicarla, al menos en Facebook y Twitter. Precisamente ha sido un hecho acontecido en 2013 el que ha puesto sobre la mesa este dato.

La espiral del silencio y las redes sociales
silencio2El mundo 2.0, lejos de convertirse en un foco de discusión abierta y en donde cualquier opinión es susceptible de ser expresada libremente, siempre y cuando no contravenga las leyes establecidas, ha demostrado que perpetúa la conocida como espiral del silencio. Así es; ahora, gracias al estudio del famoso caso Edward Snowden, tenemos constancia de ello.

En primer lugar, y para quienes no conozcan la teoría de la espiral del silencio, no hay problema, una vez más la Wikipedia no saca de dudas:

“La Espiral del silencio es una teoría de ciencias políticas y comunicación propuesta por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977), donde estudia la opinión pública como una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no”

silencio3Es resumen, se trata de la tendencia de las personas a evitar pronunciarse en público sobre temas, especialmente de índole política, si su punto de vista no es mayoritariamente compartido por familiares, amigos o compañeros de trabajo.

Casi cuarenta años después, esta teoría se aplica a la perfección al ámbito de las redes sociales, concretamente a Facebook y Twitter, que son las que ha contemplado el estudio presentado por el centro de investigación Pew Reserarch en 2014 y que ha llevado a cabo durante los meses de agosto y septiembre de 2013. Este estudio analizó la respuesta de 1.800 personas con respecto al caso de las revelaciones que hizo Edward Snowden sobre la política de vigilancia de Estados Unidos a través de llamadas telefónicas y correo electrónico.

Del análisis llevado a cabo se desprenden datos como los siguientes: solo el 42% de los encuestados admitirían utilizar Facebook o Twitter para discutir sobre este tema, aunque el 86% si se mostró “muy” o “algo” dispuesto a tener una conversación sobre el tema con uno o varios interlocutores cara a cara. Además, el estudio revela que las personas siguen siendo menos propicias a mostrar sus opiniones tanto en los medios on line como off line si éstas no son mayoritarias. Otro dato relevante: los usuarios no obtienen la información especialmente a través de las redes sociales, puesto que un 58% la obtuvo a través de radio y televisión, y solo un 15% se informó a través de Facebook y un 3% a través de Twitter.

En conclusión, las redes sociales no están consiguiendo expresar las opiniones antes silenciadas.

Democratización de las redes sociales
En mi opinión, este estudio no puede en ningún caso minimizar la gran importancia de las redes sociales en cuanto a elemento de expresión ciudadana y democratizador de la información. No en vano, solo hay que echar un vistazo al número de usuarios que utilizan las redes sociales: Facebook, el rey indiscutible, tiene 1,28 billones de usuarios en activo al mes; Youtube, 1 billón; Google Plus, 540 millones; Twitter, 255 millones; Instagram, 200 millones, y LinkedIn, 187 millones. Los datos hablan por sí solos. El acceso a la información y la posibilidad de dar a conocer hechos acontecidos en lugares remotos y no tan remotos gracias al periodismo ciudadano ha abierto una puerta a la información sin límites y sin filtros, y sobre todo, accesible para casi todos. Otra cosa, que bien merecería un post, es el debate en torno al periodismo ciudadano versus periodismo profesional.