Por Jose Mainez, Ingeniero Industrial
La definición pronta y práctica (previsiblemente por ello poco certera y ambigua) de la ética como “aquello que nunca cambia”, en contraposición a la estética entendida como “aquello que se encuentra sumido en el cambio permanente”, puede resultarnos apropiada, incluso interesada, cuando queremos insuflar cierta aura de rigor, aderezada desde la referencia a valores fundamentales, en aquello sobre lo que nos pronunciamos o abanderamos. En este sentido de la interpretación de la ética, parece propiciar daños colaterales afectando al segundo término resaltado en el texto, la estética, en cuanto que podría circunscribirse la comprensión de la misma exclusivamente a lo superfluo o banal (cool & fashion).
Afortunadamente, nos encontramos disfrutando de un periodo en el que “todo está cambiando a una velocidad inusitada” (enunciado subjetivo, en muchos casos desde la comparación con estados anteriores, o haciendo uso de sistemas referenciales obsoletos o fuera de contexto). La afirmación anterior puede ser conducida y al tiempo contrapuesta con la expresión platónica sobre la cita de Heráclito, “no se puede entrar dos veces en el mismo río”; y sirva así para hacer valer, apostillar y destacar la necesidad de trasladar los sistemas referenciales entre cada una de las nuevas estructuras generadas en todo proceso de transición/cambio (aún pudiendo resultar en este caso idénticos los sistemas referenciales en su configuración) y la capacidad de adaptar la velocidad (aceleración como variación del cambio-velocidad) del fluir según el medio voluble en el que nos desenvolvemos.
¿En qué debiera facilitar el impulso y la promoción formal de términos como la ética, la deontología o la Responsabilidad Social Corporativa en los órganos de Gobierno y de Gestión de una Organización (COIICV) cuando la ética del colectivo queda constituida y materializada principalmente por la impronta de la acción individual y colectiva de cada uno de los individuos que la integran? (¿De qué sirve marcar “NO” al responder en el avión sobre sus intenciones de asesinar al Presidente de los Estados Unidos de América?)
¿Cuál es el uso de los valores, la ética, y la responsabilidad que debe hacer el Colegio para que trasciendan a la conducta y al desempeño profesional de sus colegiados? Valorar en qué medida son suficientes las herramientas de comunicación, gestión, y formación existentes y cuál es el efecto práctico de las mismas, no es previsible que se encuentre entre las acciones prioritarias a medio plazo.
¿Si la ética y los valores permanecen casi-inmutables (elevado grado de inercia), cómo se prepara la sociedad (el Colegio) para el cambio que implica el uso que como colectivo hace de los mismos en un devenir que interpretamos continuo? Parece que, cuanto menos, debieran mantenerse presentes los valores que alientan su razón de ser como colectivo para poder alimentar la reflexión sobre los mismos y la actuación desde ellos para el logro de los próximos retos a los que se expone.
La promoción y el estímulo de un proceso de reindustrialización en la sociedad desde la perspectiva ética y la Responsabilidad exige de una visión de circularidad y avance en el proceso de aprendizaje para abordarla mediante la introducción de esquemas formales de análisis y de mejora continua. El planteamiento de la re-industrialización sugiriendo la mera repetición de la industrialización carece de fundamento y del rigor y la precisión que la tarea requiere. Sólo se industrializa la primera vez, cuando nace el concepto y se desarrolla en la matriz social, las siguientes etapas, intentos o avances en tal sentido son evoluciones más o menos efectivas desde lo aprendido, y desde lo que se está aprendiendo colectivamente. Quizás la incorporación de la conjunción copulativa “y” nos provea de directrices esenciales para el éxito en la tarea: Industrialización y Seguridad, Industrialización y Prevención, Industrialización y Sostenibilidad, Industrialización y Sociedad, Industrialización y Calidad, Industrialización y Valor, Industrialización e Internalización, Industrialización y Creatividad.
A pesar de la continuidad en el cambio expresada por la cita heraclitea reproducida en líneas previas, al modificar el foco sobre la secuencia en curso encontraremos que probablemente en el proceso de transición se alcanzan determinados “plateaus” en los que los estándares y las variables de cambio se estabilizan, demandando más vigorosa y rigorosamente de nuevos esquemas de actuación a los individuos y organizaciones que operan en su matriz. El no crear, adaptar y acompasar reiteradamente dichos nuevos estándares puede devenir en fricciones y en el cambio forzoso (imperativo legal, desafectación social del grupo, o reorientación más o menos consciente de la actividad específica). La sensibilidad e inteligencia colectiva para detectar dichos umbrales de “adaptación formal” proveerán dosis adicionales de éxito a la Organización para seguir desempeñando eficaz y eficientemente sus funciones.
Sin embargo, como en otros ámbitos del entorno de las organizaciones, no es un fin en sí mismo el impulsar efectivamente un programa de RSC, Ética o fomento de la Deontología profesional (“ninguno de los términos es comestible”). En un supuesto de éxito en el marco de la Sostenibilidad y el impulso de la Economía Circular que en la actualidad se demanda a las actuaciones de las organizaciones y colectivos ¿Qué oportunidades emergen de la actuación colectiva desde la Responsabilidad Social Corporativa en el seno del COIICV? Evitar las “recaídas” suele ser una ganancia implícita en cualquier proceso de avance y aprendizaje, sin embargo, el proceso de explorar y prospectar las nuevas oportunidades y su materialización exenta de riesgos mayores requiere de elevadas dosis de vitalidad, perseverancia, rigor y despliegue de capacidades creativas.