Por José Juan Campillo, Coordinador Académico DAUPV (Universitat Politècnica de València) e Ingeniero de Desarrollo de Negocio en ACZIA BIOGÁS

El perfil del ingeniero industrial que históricamente pasaba de la Universidad a la empresa ya no existe, salvo en contadas ocasiones. El recién titulado necesita un periodo de post-aprendizaje en aquellas materias que, hoy en día, están puestas encima de la mesa. Podemos poner como ejemplo el aprendizaje efectivo de lenguas extranjeras, tan importante como el DNI para casi cualquier entrevista laboral, el conocimiento en nuevas tecnologías, marketing, ventas… No vamos a nombrar todas y cada una de aquellas áreas que no solo son interesantes, sino que es necesario aprender e interiorizar.

Durante ese periodo muchos compañeros encuentran la oportunidad de crecer profesionalmente desarrollando una idea, adaptándola a un modelo de mercado. No es difícil entender el porqué de esta decisión, pero podemos poner un ejemplo que facilita la comprensión. No hace mucho tiempo, el salario base de un ingeniero industrial en un primer periodo de formación superaba los 1.000€, y el hecho de hacer una inversión de vida, una inversión personal en el desarrollo de un modelo propio, suponía un coste de oportunidad demasiado elevado como para jugársela. ¿Y hoy? Hoy nos encontramos con unos salarios que en ese primer periodo oscilan entre los 300€ y 600€, con alguna extraña excepción, justificación más que presente a la hora de prescindir de ese primer salario y ‘apostar todo al rojo’. Algunos pueden considerar que no hay otra, otros seguirán sin verlo del todo claro, otros simplemente verán la oportunidad que se les brinda, una oportunidad en medio de un camino lleno de luces y sombras, y es a las sombras a las que hay que dotar de luz.

Es el momento del “Aprendimiento”
start upEs por ello que ha llegado la hora del “Aprendimiento”, es decir, el aprendizaje del emprendimiento, arte y ciencia unidos en una misma palabra, el arte de crear y la ciencia de plasmar. Se trata de una segunda fase incluida en el proceso de convertirnos en verdaderos ingenieros, de ser más personas que simples individuos, de responder a las necesidades que tiene la sociedad, de crecer, de equivocarse, caer y volver a levantarse. Es el momento de estar a las duras y las maduras, de creer en uno mismo y de valorar el propio valor. Y también a saber decir NO.

El “Aprendimiento” no es un proceso, ni una asignatura, no es un título ni un titular… Podríamos decir que es un modo de pensar, un acompañante en el camino. No es un todo, sino una parte que debe estar presente en todo el crecimiento personal y profesional.

“Lo mejor de un proyecto no es finalizarlo, es vencer las barreras que te impedían empezarlo”. Disculpad que acuñe esta frase que comenté de manera espontánea en una presentación y que desde entonces abandera mi manera de ser, de vivir y de sentir. Nadie dice que sea fácil, nadie dice que de un garaje con cuatro chavos salga una idea millonaria, un yate y cuatro Ferrari. Pero lo que sí es cierto es que cada uno tenemos nuestro propio garaje, sólo que muchos todavía no sabemos dónde está, pero se trata de un garaje creativo, repleto de ilusión e ideas, y si das el paso de entrar en él, saldrá una persona diferente, una persona orgullosa de sí misma, saldrá el último escalón de la pirámide de Maslow. ¿Te atreves?

Vista de la vivienda de la familia Jobs desde Google Street View
Vista de la vivienda de la familia Jobs desde Google Street View