Por Miguel Muñoz Veiga, Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana.

El sector energético español afronta una importante transformación, condicionada por la necesidad de aplicar las soluciones que garanticen una respuesta válida a la demanda energética existente, bajo las premisas de la COP21 (Cumbre del Cambio Climático) de París, que nos sitúa en un escenario de aumento de temperatura de 2ºC para 2100. Uno de los elementos clave de esta cumbre fue la convicción existente y generalizada, de que el desafío del calentamiento global es real y que la necesidad de actuar apremia. Los compromisos asumidos en esta cumbre suponen un salto cualitativo con respecto del anterior protocolo de Kyoto. El siguiente desafío planteado en esta cumbre fue cómo cumplir los objetivos sin que se limite el desarrollo económico humano.  Ya ha pasado el momento de diseñar utopías futuristas y estamos en el de caminar hacia la descarbonización de manera realista, para lo cual será necesaria una profunda transformación del sector energético que desde la ingeniería industrial llevamos años avanzando.

Energía-eólica

Estos y otros objetivos apuntan a la necesidad de establecer medidas que garanticen la sostenibilidad en el uso de los recursos, tomando como camino a la eficiencia energética, un campo en el que la ingeniería industrial y en particular, las empresas de servicios energéticos (ESEs) tienen mucho que decir, como pusimos de manifiesto durante la jornada La Ruta EE +ESEs “Hacia la Clasificación” que recientemente acogió el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana, en colaboración con ANESE (Asociación de Empresas de Servicios Energéticos) con el patrocinio de Alisea y de CYDESA-JANITZA.

anese2

El sector de la eficiencia energética representa el 1,8% del PIB y da empleo -directo e indirecto- a 250.000 personas, según el Instituto para la Diversificación y el ahorro de la energía (IDAE). Su Core es el potencial de ahorro energético que ofrece, superior al 50% en el sector industrial (que supone el 25% de la demanda de energía final), un 25% en el consumo de transporte o un 15% en el consumo de energía final, producida en el entorno residencial, según los datos de ANESE.

En 2015, el sector industrial ha demandado el 25% de toda la energía, protagonizando el 32% del consumo eléctrico y el uso del 62% de consumo de gas natural. Estas reveladoras cifras evidencian la otra cara de la moneda: el compromiso de la Industria con las emisiones de CO2, para frenar los gases contaminantes y los efectos del cambio climático. La eficiencia energética es una pieza clave para conseguirlo, junto a otras medidas que demanda el sector industrial, como una mayor presencia de las energías renovables en el mix energético.

La eficiencia energética es una realidad pareja al sector  de la energía. La UE establece la necesidad de ahorrar un 20% en el consumo de energía, en un escenario tendencial situado en 2020, según marcó el Consejo Europeo en 2007. Año tras año, los países afianzan la necesidad de incrementar su crecimiento económico, meta que no se puede alcanzar sin aumentar el consumo de energía. Por ello es tan necesario el papel de la eficiencia energética, los recursos y la situación de nuestro clima no  permite más opciones. Un ejemplo lo tenemos en la Industria, sector que ha sabido incorporar de manera natural medidas de eficiencia, como freno a sus costes de explotación. Mejorar la eficiencia energética es también mejorar la intensidad energética de España, país que se encuentra ante un desafío cuyo desenlace debe aportar competitividad a nuestra economía, para lo cual resulta esencial el papel y el potencial de las ESEs, motor de este ahorro energético.