Por Rafael Delicado, Fundación Equipo Humano

 

El pasado martes 19 de enero tuvo lugar la jornada de cierre del Plan de Empleo Joven del Colegio de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana. Diez meses después de las jornadas iniciales de presentación que realizamos recorriendo las tres provincias de la Comunitat, el programa llegaba a su fin. Mientras el decano presentaba las cifras de inserción del programa, mentalmente repasaba los nombres que estaban detrás de esas estadísticas: Marta o José Ignacio, que cambiaron (a mejor) su empleo durante el transcurso del programa, Álvaro, Ángel, Pau o Rubén, por citar a algunos de los que lograron esa oportunidad laboral que buscaban o Pablo y Santiago, quienes pese a no lograr un contrato, se encontraban en esa antesala del empleo que son en la actualidad las prácticas en empresa. Pero pensaba sobre todo en aquellos jóvenes que no habíamos logrado ayudar a conseguir el deseado empleo.

Cuando cualquier empresa nos pregunta por el porcentaje de recolocación que tenemos en cualquiera de nuestros programas de outplacement, siempre contesto que tan importante es el porcentaje de inserciones (un 52% en este Plan de Empleo Joven), como el trabajo que se realiza con el resto de compañeros.

 

Ojalá hubiéramos logrado la plena inserción al finalizar este Plan de Empleo Joven; no obstante, durante todos estos meses, el trabajo conjunto de los técnicos de Fundación Equipo Humano y de todos los mentores y mentoras que de forma desinteresada pusieron sus conocimientos, sus experiencias y su (escaso) tiempo libre, ha perseguido contribuir a mejorar las oportunidades de todos los participantes.

 

Ese es el objetivo del mentoring; lograr una transferencia de conocimientos, actitudes y aptitudes que logren mejorar las competencias de una persona con menor experiencia, gracias al trabajo conjunto con su mentor. No se trata de enseñar ni siquiera el mentoring se basa en recomendar sobre qué hacer: la magia del mentoring se centra en acompañar desde la experiencia, provocando que el mentorizado reflexione por sí mismo, gracias a aquellas reflexiones y preguntas que un día se contestó a sí mismo el mentor. En la misma jornada de clausura, uno de los participantes en el programa nos brindaba un excelente ejemplo de cómo pasar a la acción: ante la ausencia de un empleo, ¿por qué no crearlo?

Más allá de los empleos logrados, el verdadero espíritu de este programa de mentoring residió precisamente en la satisfacción de haber contribuido al crecimiento profesional de un joven ingeniero industrial. Simplemente por el hecho de ayudar a un compañero. Algo que dignifica a todos los mentores que colaboraron en el programa y que desde aquí aprovecho para  agradecer una vez más.