Por Juanjo Pérez, Secretario de la ETS de Ingenieros Industriales.
¿Saben? Me acaba de llamar por teléfono Teresa. Su voz la tenía entrecortada y con no poca dificultad me daba las gracias por el homenaje que le hicimos a su marido el 18 de diciembre pasado durante la celebración del Solemne Acto de Entrega de Diplomas a Egresados y Premios de Excelencia que todos los años organizamos en la Escuela. Le he dicho que fue un placer para mí rendir homenaje a una persona que había dedicado tanto de su vida y con tanta pasión a la Escuela. Les hablo de Eliseo Gómez-Senent.
No sé si están al corriente, pero el pasado mes de octubre fallecía Eliseo. Mis primeros recuerdos sobre Eliseo se remontan a cuando yo era alumno de la Escuela. Por aquél entonces, yo era delegado de curso y él era el director, así que imaginen las horas que pasé con él en su despacho intercambiando derechos por deberes del alumnado. Luego, cuando me creció la barba y tuve el título bajo el brazo, formé parte de su equipo directivo. Más tarde, mi desarrollo profesional me llevó por otros rumbos que me alejaron de él, pero siempre me quedó un profundo sentimiento de respeto y agradecimiento hacia su persona.
Siendo que la organización del acto de entrega de diplomas recae en mí, cuando falleció Eliseo tuve claro que la Escuela debía hacerle algún tipo de homenaje. Y lo hicimos. Consistió en un vídeo precioso que elaboró Quique Cabrera a base de fotografías seleccionadas y vídeos de Eliseo al que, sobre una pieza de piano de fondo, le añadimos mi voz en off en el que leí el siguiente texto con el que les dejo a modo de homenaje a su persona. Léanlo con voz suave.
“Querido Eliseo:
Te fuiste no hace ni tres meses, y la Escuela me ha encargado la labor de recordarte. Y, la verdad, no sé bien qué decir. Escribo estas líneas conforme las palabras me vienen a la cabeza. Se supone que debería empezar contándote que hemos inaugurado una sala de reuniones a la que la Escuela le ha puesto tu nombre. Pero esto no es lo especialmente importante. Lo importante es que te echamos de menos, Eliseo. Te echamos mucho de menos.Aquí estoy, con el paraninfo lleno de alumnos que van a recibir sus diplomas y, por las caras que ponen, creo que no te conocen. No saben que fuiste director de la Escuela durante once años, que fuiste director del departamento de proyectos, e incluso vicerrector en nuestra universidad. Y para ello llegaste a nuestra Escuela cargado de experiencia profesional en el campo de la ingeniería. Eso hacía de ti un maestro único en lo industrial.
Once años de director, Eliseo. ¡Y sigues manteniendo el record! Cuando entraste de director, hace ya veinticinco años, en la Escuela solo se impartía el título de Ingeniero Industrial. Y fuiste tú quien puso en marcha los títulos de ciclo a cuyos alumnos entregamos hoy su diploma. Planes entonces nuevos y hoy viejos que el tiempo también les está llevando a su fin.
Más allá de lo profesional, Eliseo, brillabas en lo personal. Y en esto también hay acuerdo unánime. Recuerdo que hace muchos años, alguien me dijo que en ausencia de hijos biológicos adoptabas a los alumnos como si fueran hijos tuyos. Y así lo viví yo. Recuerdo verte allí, en tu despacho, con un generoso stock a tus espaldas de cajetillas de Dunhill y un cigarrillo con filtro en las manos preguntándome que qué necesitaba. Y no solo a mí, sino que somos muchos los que hemos sentido estar cobijados bajo las alas de una mezcla de padre, amigo y compañero.
En tu recuerdo, y para inmortalizarte en nuestra memoria, para que siempre estés presente entre nosotros, la Escuela ha querido ofrecerte un lugar, una sala junto a tu antigua dirección, a la que hemos puesto tu nombre: Sala Eliseo Gómez-Senent. Suena bien.
La inauguramos la semana pasada en un acto que fue sencillo pero emotivo. Allí, bajo el cristal impreso con tu nombre, nos juntamos tus amigos, compañeros y familiares. Fue un verdadero placer reunirnos todos aquellos que te tuvimos en común para recordarte.
Y tuvimos el placer de contar con la presencia de tu mujer, Teresa, que llegó escondiendo su emoción detrás de unas gafas oscuras. Pero entre todos la llenamos de abrazos y besos y al poco, tras oír unas breves palabras de amigos y familiares, finalmente cortó la cinta roja que abría la caja de tu regalo: la Sala Eliseo Gómez-Senent. Y a sus paredes hemos trasladado tu cuadro y el de todos los directores anteriores a ti para que presidas la sala en compañía de otros grandes. Así, desde allí, veréis crecer la Escuela con el paso de los años.
Eliseo, con respeto y agradecimiento por tu trabajo para y por la Escuela, brindamos por ti, por tu constante entrega, por tu incansable dedicación, por tus amables sonrisas, por tus constantes momentos, y por todo aquello que hiciste por ayudarnos sin pedir nada a cambio. Muchísimas gracias, Eliseo y hasta siempre.”