Sergio Gordillo, Socio de Improven

Con el desarrollo de la industria desde la máquina de vapor hasta nuestros días el mundo de la gestión empresarial ha dado pasos agigantados y han aparecido diferentes modelos cuyo objetivo es  sistematizar el proceso de transformación desde la materia prima hasta el producto final consumido por el usuario.

Estamos envueltos en un proceso de industrialización progresiva sofisticada y tecnológica debido al enorme desarrollo económico y del estado de bienestar y que se apoya en el crecimiento progresivo del consumo en las economías occidentales. Este proceso de industrialización busca poder atender de forma conveniente a la demanda creciente y se ha enmarcado bajo el concepto de la cadena de suministro.

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Para poder optimizar este proceso se han desarrollado  diferentes metodologías enfocadas a la optimización de la misma, como por ejemplo just in time, lean manufacturing, 6 sigma… Son  modelos orientados a la eficiencia del uso de los recursos, pero no a un cambio del modelo adoptado por todos y que se explica en todas las universidades y centros de gestión empresarial.

Este modelo de desarrollo económico se ha ido saturando durante el siglo XX hasta el punto de llegar a un cambio de paradigma que está resquebrajando muchos de los axiomas que hasta ahora considerábamos verdades absolutas.

Los dos hechos principales que provocan la desaparición del concepto clásico de la cadena de suministro son:

  1. El desarrollo de la tecnología: Internet e impresoras 3D. El usuario es omnicanal y tiene la capacidad de interaccionar con cualquier punto de la cadena de valor. Puede estar comprando producto desde la fábrica, en la red de tiendas, o incluso ser capaz de poder llegar a descargarse diseños para producir en casa bajo demanda. Los pasos ya no son lineales y el elemento que no aporte valor irá desapareciendo de manera progresiva.
  2. El cambio constante del entorno provoca la necesidad de adaptación constante del uso de los recursos para satisfacer los cambios de demanda. Las empresas se ven obligas a determinar de manera muy concreta qué recursos son estratégicos por su conexión directa con la esencia de la propuesta de valor (permanentes por tanto en su estructura de costes) y cuáles son intercambiables según el proyecto a desarrollar. Esto nos lleva a una estructura de costes más de puzzle, con eslabones intercambiables y compartibles según las necesidades del guion.

Pasamos de un modelo lineal (cadena clásica de suministro) a otro en red, con infinitas conexiones entre los diferentes estadios del proceso (como las neuronas del cerebro). Es un sistema más interconectado, interdependiente, intercambiable, colaborador y por tanto eficiente para una situación de cambio constante. Se trazan nuevos caminos (conexiones) más eficientes y adaptable según los cambios del entorno.

Tomar conciencia de estos hechos relevante, más allá de que en este momento determinadas situaciones coyunturales nos puedan estar ayudando, como el bajo precio del euro vs dólar o el incremento de la competitividad por la reducción de costes laborales… deben permitir ir tomando las decisiones estratégicas en el negocio, para ir dotando a las compañías de los recursos y cultura de gestión adecuadas para un siglo XXI lleno de apasionantes aventuras por lo incierto del camino a recorrer.