Por Javier Guillén, Responsable de Comunicación del COIICV.

El dato está servido y contrastado, guste o no: solo el 25% de los estudiantes de ingenierías e ingenierías en España son mujeres. La Real Academia de Ingeniería presenta el proyecto Mujeres e Ingeniería para atraerlas, pues por paradójico que resulte, en las edades más tempranas la mayor parte de las niñas aventajan a los niños en todas las materias, incluyendo las matemáticas.

Es un hecho evidente que esta diferencia no tiene que ver con la falta de habilidad o de conocimientos adquiridos. Más bien, según explican algunos expertos, con la forma de asumir los retos condicionada por la presión familiar y social.

Tal vez la falta de referentes femeninos haya ayudado a generar esta desigual relación, pues si nos hacemos la pregunta: ¿cuántas ingenieras industriales, o simplemente ingenieras, se han consagrado profesionalmente o por su talento, a lo largo de la historia? Margaret Hamilton, destacó porque cuando Neil Armstrong puso un pie en la Luna, fue gracias al código que Hamilton había escrito. Emily Roebling, líder técnica del puente de Brooklyn, una de las construcciones más emblemáticas de Nueva York. O Beulah Louise Henry, a la que apodaban la señora Edison por su frenética actividad inventora, que la llevó a acumular más de un centenar de patentes a lo largo de su vida. Valentina Tereshkova, la primera mujer que salió al espacio, seleccionada entre más de 400 candidatas para un grupo de cinco cosmonautas de las que ella fue la única en viajar en un cohete. Referentes existen. Entonces, ¿cuáles pueden ser las causas? Y si en lugar de causas, pensamos en soluciones.

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Pensemos en positivo. Tal vez la solución está abajo. Más abajo. Concretamente, en las escuelas infantiles o los ciclos de primaria para identificar por qué y cuándo se produce esa fuga de posibles vocaciones científicas femeninas. Y tú ¿Qué opinas al respecto?