Por María Costa, Ingeniera Industrial y aprendiz de ambientóloga
Durante las últimas semanas hemos podido oír en la noticias que en Madrid se superaban los umbrales permitidos de dióxido de nitrógeno y que en Barcelona se daba también la alerta por contaminación. Desgraciadamente, no es la primera vez que ocurre esto, pero me ha llamado la atención que parece haber tenido más eco en los medios. ¿Algo está cambiando?, ¿obligación legal de informar a la población, redes sociales o año de elecciones? El caso es que este hecho me ha llevado a pensar que era un buen momento para repasar la contaminación atmosférica a través de este post.
Contaminantes atmosféricos
La contaminación atmosférica es la presencia en la atmósfera de sustancias o formas de energía que implican molestia grave, riesgo o daño para la seguridad o salud de las personas y el medio ambiente. Aquí podéis consultar el mapa de la contaminación en el globo terráqueo.
Los contaminantes atmosféricos se dividen en ‘primarios’ (los directamente incorporados a la atmósfera por la acción antropogénica) y ‘secundarios’ (no se emiten como tales, sino que se forman por reacciones de los contaminantes primarios entre sí y con compuestos naturales de la atmósfera). Se emiten a la atmósfera directamente por actividades antropogénicas, aunque también por procesos naturales, como incendios o erupciones volcánicas.
Los óxidos de nitrógeno NOx (monóxido y dióxido de nitrógeno) son primarios.
¿Qué hacen los NOx?
La Agencia Europea del Medio Ambiente sitúa a los NOx entre los más graves para la salud y el medio ambiente.
El NO2 es un gas más denso que el aire, de color marrón rojizo y olor acre. A partir de ciertas cantidades produce irritaciones oculares y respiratorias. A partir de 100 ppm. es letal para los animales. Contribuye a la lluvia ácida, ya que se oxida y forma ácido nítrico que se une a las gotas de neblina; y al smog fotoquímico seco. Asimismo, interviene en la destrucción de la capa de ozono.
Origen
Los óxidos de nitrógeno tienen su origen principalmente en los motores de combustión de los vehículos. Sus puntos de emisión son, por lo tanto, núcleos urbanos con altas densidades de circulación.
Para combatir el cambio climático se incentivó la compra de vehículos diésel, abaratando el precio de su combustible (este tipo de combustión emite menos CO2). Sin embargo, las emisiones totales de partículas y NOx por kilómetro son superiores en los motores diésel que en los motores de gasolina.
Legislación
El instrumento más potente para reducir la contaminación atmosférica es la normativa, una normativa que establezca límites y requisitos técnicos que obliguen al empleo de tecnologías que minimicen las emisiones. Sin embargo, la normativa vigente limita fundamentalmente las emisiones de grandes instalaciones industriales, mientras que existen otras muchas fuentes de contaminación puntuales y difusas que precisan regulación.
En cuanto a los NOx, no debemos superar los 200 microgramos de NO2 por metro cúbico de aire en más de 18 ocasiones (horas) por año civil.
Podéis consultar aquí la legislación comunitaria y estatal con la que contamos en esta materia.
Situación en España
Una vez que los contaminantes están en la atmósfera se produce su dispersión. Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias dificultan la dispersión y hacen subir la polución. España, como podéis imaginar, con las condiciones climatológicas de alta insolación, estabilidad atmosférica y bajas precipitaciones, es candidata a no ofrecer buena dispersión durante gran época del año. Además, existe un alto porcentaje de vehículos diésel en el parque automovilístico español (se estima un 70%), siendo el país que más tiene de Europa.
En Madrid estas últimas semanas se ha superado el límite máximo permitido de NO2 por un anticiclón que dificultaba la dispersión. Y aquí se resume lo sucedido en Barcelona.
Mitigación
Las medidas de mitigación van encaminadas a actuar principalmente en las ciudades (zonas restringidas a la circulación, peatonales, zonas verdes) y sobre el tráfico por carretera. En este artículo podemos ver medidas implantadas en ciudades europeas.
En España contamos con el Plan Aire, y Madrid con su propio protocolo (aunque no me ha quedado claro si se ha llegado a activar).