Por Miguel Muñoz Veiga, Ingeniero Industrial y Decano del COIICV

Reindustrializar es un concepto tan amplio que a través del mismo pasa una gran parte del futuro de las empresas, del país, del propio sistema productivo. Y lo es porque así lo manifiestan las personas, los partidos, los gobiernos y quienes los representan: todos coinciden en señalar que no podremos contar con un modelo productivo factible y una economía sostenible, si no se asientan las bases para reindustrializar España. 

Apostar por el crecimiento del tejido industrial es clave. No sólo juega un papel fundamental como locomotora y arrastre de otros sectores económicos, sino que aporta más del 50% de la inversión en I+D+I que termina mejorando la productividad de los sectores involucrados. Durante el pasado mes de diciembre, el mayor repunte de la producción industrial en España se registró en la Comunitat Valenciana, un 7,3%, mientras que en el conjunto estatal fue del 2,9%. Estos datos pronostican un inicio estable para nuestra economía. A diferencia de lo que ocurre en otras ramas de servicio y actividades, el empleo industrial acostumbra a estar alineado con una menor precariedad laboral, mejores salarios, mayor productividad y con ello, competitividad. 

Por ello es importante, especialmente en un modelo productivo con aspiraciones como el de España que, por otro lado, es el país de la UE que más empleo ha destruido en estas ramas de actividad. 

Casi todo el mundo coincide en el diagnóstico, en la necesaria creación de un modelo productivo que nos permita ser más competitivos. Pero no todos lo hacen en las recetas para alcanzarlo, aunque para esta diversidad de opiniones exista un camino común: la necesidad de aplicar políticas macroeconómicas sensibles a las necesidades del sector industrial. 

Esto conlleva inversión productiva, y potenciar la internacionalización de nuestra industria, trabajando para resolver algunos problemas congénitos: la baja productividad, los problemas de financiación, el elevado precio de la energía, la escasa flexibilidad del  mercado laboral, el alto desempleo, la todavía baja inversión en I+D+i, o la formación de los jóvenes no adaptada a las nuevas necesidades. 

España necesita recuperar la participación de su sector industrial en el PIB, hasta lograr una industria fuerte que alcance el 20% del PIB en participación. Una Industria protagonista, eficiente y competitiva: que sea un instrumento imprescindible para alcanzar un alto nivel de crecimiento y empleo cualificado. Y particularmente que nos permita estar preparados para los desafios del futuro, concretamente de la Industria 4.0, concepto del que se espera mucho: la capacidad de impulsar cambios fundamentales, al mismo nivel de la Primera Revolución Industrial a vapor, la producción en masa de la Segunda, o la tecnología de la información, en la Tercera. Es necesario alcanzar este tren para no quedarnos fuera de un contexto en el que, una vez más, la Industria será protagonista.