Por Bernardo Carrión.

Los gigantes tecnológicos ponen de moda el acqui-hire 

La limitación de espacio en la revista Infoindustrial impide en ocasiones poder reflejar toda la información de interés que en muchas ocasiones ofrecen las fuentes consultadas. Sucedió en el último número con Juan Luis Hortelano, CEO de la aceleradora de empresas Plug & Play en España e ingeniero informático. Juan Luis ha visitado en varias ocasiones Silicon Valley, el epicentro mundial del desarrollo tecnológico, donde se encuentra la matriz de Plug & Play, y puede ofrecer una visión de lo que allí se cuece.

Juan Luis Hortelano, CEO de Plug & Play en España, en la Expo Day de 2013, celebrada en la UPV. Fuente: Plug & Play.
Juan Luis Hortelano, CEO de Plug & Play en España, en la Expo Day de 2013, celebrada en la UPV. Fuente: Plug & Play.

Este business angel y bloguero pone de relieve la importancia que tiene la presencia de ingenieros en cualquier proyecto de los que les llega para incrementar las posibilidades de éxito del mismo. Junto con el de MBA, son los dos perfiles que más garantías ofrecen a los expertos en aceleración de empresas. En Estados Unidos son conscientes de ello: las grandes empresas tecnológicas siempre están a la caza del talento “ingenieril”, por lo que existe una gran demanda de ingenieros de diversas ramas. Una circunstancia que abre las puertas a ingenieros no estadounidenses. Aquí tenemos a varios españoles que triunfan en Silicon Valley.

Las grandes empresas como Google, Yahoo! o Apple utilizan mecanismos muy expeditivos para incorporar el talento a sus organigramas. Según explicaba Hortelano, uno de los más utilizados es la compra de empresas emergentes en cuya plantilla hay ingenieros. El fenómeno tiene un nombre: acqui-hiring (acquisition+hiring). Y lo más curioso es que la valoración de esas empresas no se hace por su volumen de negocio, por los proyectos en marcha o por su proyección futura. Se hace por el número de ingenieros que trabajan en ellas. La cotización del ingeniero oscila entre medio y un millón de dólares, aunque hay casos en que se ha llegado a pagar hasta cuatro. Una empresa que tenga cinco ingenieros en su plantilla puede valer unos ocho millones de dólares. Aunque no todas las empresas tentadas acceden a ser compradas. Un caso reciente es el de Snapchat.

Instalaciones de Google en Dublín. Foto: © Peter Wurmli / Camenzind Evolution.
Instalaciones de Google en Dublín. Foto: © Peter Wurmli / Camenzind Evolution.

Si los ingenieros aceptan, son comprados por la gran empresa y reciben la cantidad pactada por venderla. Y normalmente, el acuerdo les obliga a permanecer al menos cuatro años en la misma empresa, pero a las órdenes de los nuevos propietarios. En la mayoría de los casos, las grandes firmas tecnológicas desdeñan la actividad de estas empresas y cierran las líneas de negocio que las han hecho apetecibles para reubicar a los ingenieros contratados en las áreas de desarrollo que más les interesa mejorar.

El problema que plantea esta práctica es el abandono de los productos que ofrecían las empresas que son compradas: tras la operación, aplicaciones o portales de éxito desaparecen y dejan sin servicio a miles de usuarios. Un daño colateral que parece no importarles demasiado.

Con este sistema, las empresas evitan tener que abordar fichajes millonarios para contratar nuevos empleados con sueldos muy altos, algo que puede originar agravios comparativos con el resto de trabajadores, y se ahorran las tensiones que pueden generar este tipo de operaciones. Aunque existe el riesgo de que los antiguos empleados sientan ese agravio al conocer el bonus que han percibido sus nuevos compañeros por haber pertenecido a una empresa absorbida.

En cualquier caso, esta práctica pone de relieve las ventajas competitivas de los ingenieros, que continúan teniendo una profesión que puede resultar muy atractiva para las grandes empresas globales. Aunque también hay opiniones contrarias: ¿Y si el talento estuviera sobrevalorado?